La llamada del sexo despertó en mí con tanta fuerza como un huracán siendo yo aún muy niña. Supe, en una revelación, que ésa sería mi manera de expresarme. Desde que decidí perder mi virginidad a los catorce años, mis encuentros sexuales han sido tan variados como los amantes que me han acompañado. Buenas y malas experiencias hacen mi diario, y a día de hoy me sigo sorprendiendo de cuánto hay por aprender todavía.
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