Sentir que caes, se que todo se está desmoronando...nuevamente.
Deseas gritar, deseas correr, deseas apartarte del mundo un rato, o quizás...para siempre. Deseas tanto, pero no tienes el valor.
Caes en un hueco obscuro que parece no tener fondo.
Pides a gritos silenciosos que te ayuden, que te tomen de las manos y que no te dejen caer. Pero nadie parece entender, nadie parece escucharte.
Poco a poco vas cayendo, vas dejando de ser tú para empezar a aparentar estar feliz, para aparentar que todo está bien, cuando en realidad, tu interior está hecho pedazos, está hecho polvo.
Deseas salir de allí, pero no puedes, sientes que estás atrapado de alguna manera, en tu propio infierno, en tu propio juego mental.
Luchas mil batallas por dentro, con mil sonrisas por fuera.
Tantas cosas que rondan por tu mente, pero solo quedan allí, no puedes hablar, no puedes ni siquiera pronunciar palabra alguna, porque si lo haces, empezaras a llorar desconsoladamente mientras de tus ojos brotan Las Cataratas del Niágara.
Atrapada en tu propio infierno, poco a poco el fuego te consume, te calienta, te carboniza la piel y solo sientes dolor, un inmenso dolor que poco a poco va haciendo que dejes de ser tú.
Palabras...palabras y recuerdos que de alguna manera, poco a poco van destruyéndote.
En la obscuridad de la noche, es cuando más recuerdas, es en ese momento, cuando más cosas vienen a tu mente, y, sin poder remediarlo lágrimas comienzan a salir de tus ojos, intentas detenerlas, pero sabes que ya es tarde, porque cuando comienzas a llorar por una cosa pequeña, automáticamente comienzas a llorar por lo que llevas días, meses o quizás años deseando hacerlo.All Rights Reserved