Antes de que quedara embarazada las cosas habían sido más sencillas, pues aunque viviera en la Aldea de la Hoja podía ausentarse unos días y pasar por Suna, o asumir cualquier encargo que debiera ser llevado a su antigua aldea, pero ahora no podía darse esos lujos. Y lo extrañaba. Por más que el clima de Konoha fuera mejor, Suna siempre sería su hogar. Porque, a veces, sólo la distancia permitía apreciar la magnitud de el camino recorrido.