-No me digas nena. -Sabes que te gusta- me guiñó un ojo. -Vete a la mierda. -¿Me acompañas?- una sonrisa burlona apareció en sus labios. -Mejor vete a que te jodan- mi paciencia ya estaba llegando al límite. -Claro, si tengo una larga línea de chicas tras mío dispuestas a hecerlo sin dudarlo. -Juro que eres tan... -Caliente- me interrumpió. -Iba a decir imbécil y un pedazo de mierda arrogante. Ja, y nuestras madres dicen que somos el uno para el otro.
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