En una tarde oscura tarde de finales de otoño, viajaba de vuelta a casa. Comprar el ticket, subir, bajar escaleras, volver a bajar, correr para alcanzar el vagón.
«¡Maldita sea! ¡Voy tarde, otra vez!.»
Por fin entré, a mi izquierda había lugares vacíos, algo muy poco usual para la hora que era, si más me dispuse a tomar asiento. Estaba muy ansioso, la oscuridad de la noche comenzaba a cubrir la ciudad, las luces se encendían de poco en poco...podía estar en cualquier parte. Necesitaba encontrarla, saque de mi mochila un libro, algo de Richard Beeckham, necesitaba tranquilizarme, no funciono. El estúpido haloperidol solo me hacia temblar, en ocasiones los "ataques" eran tan fuertes, que no lograba contener mis manos. La mejor idea que tuve, fue cerrar el libro y meter las manos en los bolsillos de mi chaqueta.
Me recargue bruscamente contra el respaldo del asiento, sentí el viento fresco entrar por la ventana y solté un suspiro lleno de rabia. En ese instante me percate de que estaba siendo observado, al otro lado del vagón estaba un tipo vestido de negro, piel clara (pálida, diría yo), su cabello era oscuro, largo, le cubría los ojos y sin un peinado en especifico, llevaba unas mangas largas y una bolsa de papel. No le di importancia, demasiada prisa tenía ya como para perder el tiempo con un asocial más.
El tren llego a la ultima estación, me puse de pie frente a la puerta metálica que aun se mantenía cerrada, mi impaciencia aumentaba de poco en poco, golpeaba continuamente el frió borde de la puerta con la punta de mis dedos, era inconsciente de ello. Hasta que por fin la puerta se abrió y salí rápidamente al andén. Di un vistazo al rededor... no estaba, me encogí de hombros y me dirigí a las escaleras.
« No es posible. Otra vez no la pude ver. Es hora de hacer algo con todo est...-Alguien gritando mi nombre interrumpió mis pensamientos.-»
Era Elisabeth, hermana menor de mi mejor amigo.
-¡Alvaro! Te estaba hablando d