Imagínate... Despertas en una habitación blanca. No hay nadie, sólo vos. No, no estás muerto. Eso es lo peor; seguís vivo, respirando... Llevas ropa uniformada. No hay nada en la habitación, salvo una cómoda, que acabas de notar. Sobre ella hay un papel, y dice tu supuesto nombre. Lo lees. Y te das cuenta de que no te acordas de nada. Ni de cómo llegaste ahí... ni de quién sos. Se escucha una alarma. Empieza a sonar cada vez más fuerte. Instintivamente te levantas de la cama y caminas hacia la puerta. La abrís, con miedo a lo que haya del otro lado. Bienvenido/a a la academia de enfermedades. Portada temporal hecha por mí.
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