Querido William: ¿Puedo llamarte Will? No es que me guste más, ni mucho menos. No sabes quien soy, ni siquiera lo imaginas probablemente. No importa. Puedes llamarme «la extraña chica que me escribe cartas sin firma» o tal vez prefieras «la loca acosadora que no me deja en paz». Eres libre de escoger cualquier nombre. No importa. Tras tanto tiempo pensándote, me decido a decirte algo. Aun así, soy demasiado cobarde como para decirlo a la cara, por eso te escribo esto. Si quieres que deje de hacerlo, tan sólo dilo. Yo sabré escucharte.
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