-Victor- dijo Kellin con un hilo de voz -Gracias por todo.- -¡No Kellin!- tomó la mano del pelinegro -¡No me dejes!- -Nunca me olvides gruñón- y cerró los ojos. -¡Kellin, Kellin!- el aparato que mostraba los latidos del chico dejó los pitidos paulatinos para convertirse en uno seguido. Kellin había fallecido. Prohibida la reproducción total o parcial, di no a la pirateria y/o copias. Paz xx.