Alanna Mayer siempre había tenido una vida fácil y adinerada, por lo que no había dudado ni un segundo en sacrificarla a cambio de la de su padre en cuanto este enfermó y las deudas lo ahogaron por todas partes. Se casó, salvó la empresa familiar y volvió a tener el mismo ritmo de vida que llevaba en su adolescencia, pero tenía muchas carencias a pesar de todo lo que tenía, quizás las más importantes en la vida de un ser humano: Felicidad y amor. ¿De qué le valía tener todo el dinero del mundo si no era feliz? ¿Si no tenía el amor que tanto anhelaba por parte de su marido? Todos los días se intentaba convencer de que todo eso merecía la pena solo por ver a su padre sonreír, pero a veces simplemente quería mandarlos a todos a paseo y vivir la vida a su manera, con quien quisiera y como quisiera. ¿Será capaz de luchar contra todas las tempestades que le vendrán tras conocer a una tercera persona? ¿O seguirá sumida en su cuento, para nada de hadas, en el que vivía? Una relación a tres bandas era lo último que necesitaba en su vida. Una relación a tres bandas era la guinda más sabrosa de un pastel de cuatro plantas con unas pintas espectaculares por fuera, pero podrido y envenenado completamente por dentro.