Éramos como el día y la noche, como el agua y el aceite, cómo dos locos enamorados... Mason, el típico chico guapo con una mirada que robaba el aliento, una actitud que dejaba mucho que desear y unos sentimientos que anhelaba conocer, yo sin embargo, una chica rara, llena de temores y prejuicios, con una torcida sonrisa y una maraña de cabello... Fuimos dos mundos opuestos que pudieron ser, un mundo perfecto.
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