Desde la segunda mitad del siglo XX y el desarrollo acelerado de las comunicaciones y la creación de registros, algunos comenzaron a interesarse por el cúmulo de fenómenos extraños ajenos a la ciencia conocida. Ese proceso desencadenó un cierre de filas del status quo de la ciencia y todo aquello que quedaba fuera de sus parámetros, era considerado pura fantasía o hechos no estudiados correctamente. Pasadas algunas décadas, algunas personas con criterio mas amplio y estricta formación cientifica-académica, comenzaron a alzar las voces para que estos fenómenos, al menos fueran considerados como materia de estudio. Frente a la poca posibilidad de que esto ocurriese, algunos de ellos comenzaron, a principios del siglo 21, a reunirse y a establecer sus propios circuitos científicos para el tratamiento de esos fenómenos. El descubrimiento. Los biólogos moleculares Ian y Jon Mcpherson inician un registro detallado de las variaciones del ADN mutágenos en roedores, por muy imperceptibles que