Phoebe Lake está desempleada, su última esperanza es la entrevista de trabajo a la que irá esa mañana. Es linda, inteligente, excelente traductora que habla cinco idiomas, pero nada parece salirle bien últimamente. Se llenó de ronchas un día antes gracias a los piquetes de miles de moscos enfadados mientras ayudaba a un amigo con su propuesta de matrimonio. La pareja quedó feliz y ella quedó bueno... llena de piquetes. Siguiendo las recomendaciones de su mejor amiga se aplicó ajo encima del ungüento de su abuelita ese que según cura todo. La picazón no se calmó y ella ahora apesta a ajo. La entrevista va fatal y mientras sale enfadada y toma el ascensor, agradece que vaya vacío, pero justo cuando las puertas se están cerrando y ella empieza a suspirar aliviada, una mano detiene las puertas, una mano que proviene de un hombre salido de una fantasía hormonal. En otras circunstancias daría gracias al cielo, pero en estas no. No cabe duda: la vida apesta.
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