En mi vida siempre estuve rodeada de sucesos eventuales sin explicaciones, probablemente porque nunca uno imagina el mundo de manera distinta. Jamás se advierte que tal vez esos acontecimientos tan insólitos siempre habitaron en nuestro cotidiano, bajo nuestras narices; solo que nuestra visión por ser tan desbasta y obstruida, tan escéptica, no fuimos capaces de notarlos. Tal vez "lo imposible" (marcado como tal) siempre hubo habitado entre nosotros pujando y retando a los estrictos márgenes de "lo posible". Los que antes parecía absurdo, finalmente demuestra no serlo. Y es allí cuando se produce el caos. Ese colapso en tu mente, al tener que permitir abrir paso hacia lo extravagante. Porque todo lo que creías que era, ya no lo es; y lo que no era, es. De modo que las preguntas que solían tener respuesta, ya no las tienen. Y al final lo único que tienes es... Nada. Tu vida está llena de nada, porque nada es lo que has vivido. Un mar de incertidumbre azota sin piedad tu cordura. Entonces ¿qué es lo que te mantiene vivo el pulso o la locura? "Quien no cuestiona nunca vive para contar lo que vivió, porque nada es lo que ha vivido." La clave está en la llave.
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