Abrió la verja levemente oxidada y entró en aquel lugar que había sido casi su hogar durante los últimos diez años. Anduvo por el camino, el cual a su alrededor tenía una frondosa vegetación que impedía la poca luz, que de por sí, había en Londres. Al llegar a su destino, cargando en su mano izquierda una silla plegable y en la otra una bolsa de plástico con un termo de café, sonrió. Colocó la silla y se sentó frente a la lápida de su mujer, se echó un poco de café y comenzó a hablar.
-Hola, Cassandra -dijo con un tono de voz melancólico-. Como ya sabrás, no hay día que no venga a visitarte; pero hoy es un día tristemente especial -el hombre hipó, y de sus ojos cayeron un par de lágrimas, las cuales estaba conteniendo a la fuerza desde que se había despertado -. Diez años, querida, y no hay día que no me acuerde de ti: de tu sonrisa, de tu piel, de tu cabello... de todo.
»Te prometí que seguiría mi vida cuando tú no estuvieses, pero he de serte franco, mi amor: no he podido. ¡Pero qué puedo contarte que ya no sepas! Cada día vengo con la esperanza de no encontrar tu lápida en este cementerio, y regreso a casa con la sensación de que todo es un sueño y que cuando me despierte tú seguirás a mi lado; pero de sueños no se vive, Cassandra, y cada segundo que paso sin ti es como si expirara el último aliento de mi anciana vida.
Destruiría cualquier lugar del mundo para que no tengas más remedio que quedarte donde estoy yo.
Personajes extraidos de "Entendido profesora".
Pasa a mi perfil a leer los primeros libros, muchas gracias por tu apoyo.