En ese momento noto mi presencia se me quedo viendo unos segundos, quería apartar mi mirada por la vergüenza pero me forcé a sostenerle la mirada, disfrutando cada segundo de esa tortura. Me dirigió una hermosa sonrisa y entro en la sala de descanso. Sentí como si mi corazón fuera a explotar, podía sentir el rubor y mis ideas aun nubladas. El destino tiene que amarme para darme una coincidencia como esta, después de todo que persona tiene la oportunidad de trabajar con la chica de sus sueños y aparte sobrevivir a una muerte segura. Tras de mí se encontraban el joven cocinero y el jefe, parados, sin decir ni una palabra, voltee ligeramente a verlos, supongo que notaron el rubor en mi rostro porque los dos sonrieron burlonamente. --así que Sam, eh. Se burló el joven, provocando que mi rostro se tornara totalmente rojo. Se llama Sam, que lindo nombre. Me esforcé en ignorar la burla mientras sonreía como un idiota y volví mi mirada hacia el frente avergonzado. "¿Soy tan obvio?" Tragándome mi orgullo y contra mi sentido común pronuncie una frase de la que sé que me arrepentiré. --cuando empiezo.