Mi sencilla historia comienza cuando todo parecía hundirse a mi alrededor, pero literalmente. El *Perla*, el barco de mi madre, se hundía después de chocar inutilmente con unas rocas en una costa de poca profundidad. Dejar a un niño de 10 años al timón no fue buena idea. Todo el mundo corría, 6 personas escasas éramos allí, pero el miedo circulaba por nuestra sangre. Primero por el tamaño del boquete del barco, por el que entraba tal cantidad de agua que cada segundo se hundía 40cm más, y sengundo, porque no encontrábamos a mi madre. Alguien me cogió del abdomen demasiado fuerte, tanto, que noté que algo me crujió por dentro. Me estaban sacando de aquel desastre, no sabía hacia donde íbamos, pero justo antes de abandonar el barco, en aquella agua cristalina la pude ver a ella, mi madre, con ojos blancos bajo el agua desapareciendo lentamente en la profundidad. No volví a ser el mismo.