Sinlia

Las gotas de sudor caían por su frente, mezclándose con la suciedad de días de trabajo. Limpió su rostro con el dorso de la mano y al levantar la cabeza, me miró directa y profundamente a los ojos, como si estuviese buscando mi alma.

- Nunca abandones cuando todavía seas capaz de otro esfuerzo, Patricia. Nada termina hasta el momento en que uno deja de intentarlo. - me dijo, haciendo una pequeña mueca con sus labios que trataba de imitar a una sonrisa.

Ahí fue cuando entendí el porqué de todas las preguntas que venían rondando por mi mente, que me atormentaban cada noche.
Entendí que necesitaba ser libre, necesitaba vivir, necesitaba salir de Sinlia.
Y estaba dispuesta a gastar mi último aliento por ello.