No lo entiendo, él nunca lloraba, es cierto que sus ojos lucían ojeras pero siempre decía que era porque su vida trascurría por la noche, no lo entiendo, él tenía la sonrisa mas bonita que jamas haya visto, además de que generalmente tenía un matiz pícaro; dios parecía tan sincero cuando sonreía. Pero es que no lo entiendo, nunca elevaba la voz, ni la mano, ni nada, era tranquilo, comprensivo. Nunca me prohibió hacer nada, nunca guió mis pasos, a decir verdad, la mayoría de las veces me dejaba a la deriva. ¿Sería porque el también lo estaba? Quizás creí nunca oir su llanto porque derramaba lagrimas todo el tiempo en silencio. Quizás nunca vi la desesperación en sus ojos porque su sonrisa era demasiado llamativa. Joder, estaba muerto pero era distinto a los muertos que se ven por la calle, en las películas. No era un depresivo, al menos no se mostraba como tal.
Le encantaba la fiesta, el alcohol, el tabaco y las drogas mas fuertes. Le encantaba la música, la que le hacía bailar, si, hablaba sobre la muerte, pero en un tono triste, casí como si hablase sobre una vieja amiga que en el fondo no quería volver a ver, aun que solo duraba un segundo, porque tras ese tiempo se levantaba y decía algo como :''¿Aquí no falta algo como...alcohol?'' Nunca te daba tiempo a pensar que quizás, algo en él no iba bien.
Tardé mucho en darme cuenta que algo en él no funcionaba, tardé tanto que no había marcha atrás, no, el chico del que hablo no está muerto, pero ojalá lo estuviera, ojalá las personas pudieran pasar pagina, olvidarse de él. Pero no pueden, siguen buscándole, pero él se fue, huyó lo mas lejos que pudo; huí de todo, de todos. El miedo era superior, así que simplemente huí, porque eso es lo que hacen los cobardes, y ya lo dijo ella. Eres un cobarde, que teme darse cuenta de que lo es.
Portada hecha por: Editorial_Bird
Cuando era adolescente, recuerdo que estaba sola en casa y aprovechaba de encenderme un cigarrillo, me paseaba bailando o cantando por todas partes, como si nadie fuese a notar el olor, nadie lo hacía.
Lo peor de todo fue cuando me pillaron, pensaba que nadie me había visto, pero todos lo vieron y lo malo de que todos te vean es que todos hablan, todos cuentan, todos exageran.
Cuando empecé a fumar, creo que tenía entre catorce o trece años, era una niña, pero cuando me descubrieron a nadie le importaba. A nadie le interesaba en lo más mínimo porque lo hacía, por que comencé a hacerlo, cuando y con qué.
No tenían idea de que era decepción, que estaba triste, enojada y sola. Me habían traicionado. Una amiga y un chico, mi primer amor.
Desde ese momento cambie.
Jamás llegue a preguntarme por qué decidí ser la perra mala a la chica buena y amable que todos amaban. Quizás porque siendo la perra, nadie te hiere y siendo buena te vuelves un blanco fácil de herir.
Quizás por eso decidí ser la que lastima a la que lastiman.
Y quizás por eso también descubrí que lo sigo siendo, yo soy la que lastima, lo lastimo a él. No sé cómo. Pero lo hago.
Quizás es mi naturaleza, pero ellos me hicieron así.
Tercera parte de