Si supieras lo que puede llegar a hacer una bestia que fue exterminada. Si supieras cuanto he sufrido tras cada sonrisa que enseño. Si supieras que soy tu adicción, el ser que tantos necesitas ver, abrazar, oler. ¿Merecería la pena seguir a mi lado? Un rayo de esperanza, reencarnado en un sello único. 《Contrato》 - S-Sáquenme de aquí... -Suplicó una mujer. Esta estaba encerrada en una pequeña "jaula", barrotes de hierro, cadenas, el hueco sonido del agua cayéndose del techo mugriento. - Oh, por Dios. Cállate de una buena vez. Eres una carga, como las demás. Os venderemos por un estupendo precio. -Habló un guardia, quien no prestaba supuesta atención a la persona que se encontraba justo a dos metros de él. - Cierra tu apestosa boca, ¿quieres ver las llamas del infierno? -Su voz emitía un sentimiento de amenaza y sadismo. El guardia se giró de inmediato. Pero no vivió lo suficiente como para emitir el comienzo de una palabra o un sonido de angustia. - ¿Q-Quién eres? -Preguntó una de las esclavas que permanecía dentro de la "cárcel". Se aferró con sus miserables fuerzas a los barrotes de hierro, mirando a la personaje con mejor vista. - Busco a... Y el fiero corte impactó contra el delicado cuello de la inocente jovenzuela. Cierto líquido salía de ambos trozos separados. Las demás miraban con horror y miedo a esa sombra que se les presentaba, detrás había otra. Una figura pequeña y otra alta y esbelta. - ¿Queréis ser libres? Lo siento mucho, pero sólo necesito a ciertas personas. -Murmuró la extraña figura abultada. De un vestido bastante largo y ancho. Su cabello brilló ante la multitud destacablemente. - ¡Suéltanos a todas! -Gritó otra de las chicas que fueron presas. - ¿Lo hago, my Lady? -Preguntó su acompañante, un traje bien organizado sin error alguno. Lentes rojizas, color del destino, al igual que el pelo de su ama. - Sí. -Respondió en ese simple tono. Y así, es como empezó a llover...