A ellas no las aman. Sus almas están frías. Perdidas en un laberinto sin salida. Puedes ver sus cuerpos, la manera en la que visten, pero nada de eso te revelará realmente quiénes son. Sin embargo, si te tomas un segundo y analizas sus miradas, podrás notar que cada una de ellas está rota. Sus voces son tan cálidas, como el canto de un pájaro.