El viento azotaba con furia contra la única ventana de la habitación, detrás del peinador, más allá de la pequeña camita cuyas sábanas se habían teñido ahora de un profundo color carmín, la niña yacía oculta, apoyada sobre sus rodillas y conteniendo el aliento por temor a ser escuchada, acorralada por aquellas garras que se paseaban por la habitación, arrastrándose como afiladas cuchillas que dejaban su firma sobre los rechinantes tablones de madera.All Rights Reserved
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