"Esos ojos cafés que me matan Esos brazos largos que me atan"
Tocan la puerta e interrumpen mi inspiración; es mi hermano, un desconocido pregunta por mi.
Han pasado ya meses desde que no salgo a la calle, desconozco a las personas que conocía, hace días que no enciendo mi celular, hace horas que no me baño, mi vida no tiene sentido desde que se fue Robert a estudiar.
- ¿Señorita? ¿Se siente bien?- me pregunta el cartero cuando me ve.
Sé que es él porque tiene una mochila llena de hojas, llena de palabras hipócritas y cursis
- Le ha llegado una carta de Alemania, es Robert, bueno, eso es lo que dice.
Mi corazón se acelera cuando escucho ese nombre; agarro la carta con agilidad y corro hacia mi cama, la abro, es muy larga, ojalá no me haga botar más lágrimas:
Querida Susi:
Han pasado ya 5 meses desde que deje mi país, desde que deje a mi familia, desde que te dejé. Mi madre me ha dicho que te enfermaste otra vez, y no superas mi partida. No quiero que sufras más, lo hice por bien, ya lo de nosotros no estaba funcionando....
Mas palabras de decepción a mi caja de ideas, vuelven a caer lágrimas sobre mi rostro, la rompo, y cierro la puerta con mucha fuerza, no quiero que me vean así.
Mi relación con Robert era muy bonita, todo lo hacíamos juntos, íbamos al club de lectores todos los viernes, fuimos líderes de un proyecto de ciencias, íbamos a Starbucks todos los sábados, y llegábamos tarde los domingos; mi fin de semana siempre era ocupado, era genial, pues estaba con el que me gustaba, y eso me hacía sentir bien.
Me quedo dormida y me levanto con los ojos inyectados en sangre e hinchados.
Mi mama al verme se preocupa y me abraza, esta vez no lloro, ya me había deshidratado de tantas lágrimas botar.
Estar en ese lugar me trae tantos recuerdos, tantas anécdotas, tantas historias,...era el último día en el que estaba ahí y no pude evitar ponerme algo sensible e intensa; sentía un dolor y un vacío tan grande en mi pecho que no pude contener el llanto, siento como las lágrimas ruedan por mis mejillas mientras miro mis muñecas en busca de heridas como cuando lo hacía en las primeras sesiones del grupo de apoyo,...pero no están, no las encuentro por más que las busco y empiezo a desesperarme, a volver a caer al vacío, pero recuerdo toda mi vida, recuerdo mis amistades hipócritas, amores pasajeros que me rompieron el corazón, el acoso que tuve que pasar en el instituto, recuerdo mis inseguridades, mis traumas, mis delirios y mis demonios internos... recuerdo cada una de las cosas que lograron lastimarme, pero ya no siento dolor, ni rencor hacia otras personas, ya no siento nada de lo que sentía al principio; empiezo a entender muchas cosas, empiezo a encontrarme, porque estaba perdida en algún lugar oscuro del que no podía salir, me doy cuenta de todo lo que me dio el grupo y le agradezco al lugar, a mi mugroso y deprimente lugar.
Portada por: Marbeth Uveme