"El amor, ese apestoso demonio que te atrapa el alma y no la suelta"
Eso había oído Nancy en algún lugar, puede que en una canción, -qué cierto resultaba- pensó esa mañana de resaca, sacando la cabeza de debajo de la almohada y tratando de descubrir qué coño había pasado la noche anterior.
A su lado estaba él, Sid, durmiendo como un sudoroso bebé.
Sid, pequeño Simon, arcángel de la muerte más dulce, caído del cielo para adorar a Nancy hasta la posteridad y desafiar a la vida en cualquier esquina.
-Cariño- musitó, agarrándolo del brazo y tratando de despertarlo. -Sid, despierta, despierta, Sid. ¡DESPIERTA, HIJO DE PUTA!-
-es que.... el chico con el que vivo es un completo idiota- dijo frustrada con los ojos rojos.
Mientras el héroe de traje morado la ve.
-entiendo que esté sufriendo por lo que le pasó a su hermano, pero porque tiene que tratarme tan mal, yo..... yo solo quería ayudarlo- dijo comenzando a llorar.
-estoy seguro de que a él le importas más de lo que crees...- dijo el héroe viendo y limpiando sus lágrimas.
-jaja gracias - dijo la joven sosteniendo su gran guante.
Pero al ver de cerca al joven, este se le hacía muy conocido.
-oye seguro que no te conozco de algún lado.