Una más, eso era yo. A la que manipulaban. A la que le veían la cara. De la que se reían. Pero eso se acabó. Nunca más volveré a caer ante nadie, nunca más volveré a plantearme si soy suficiente, nunca más dudaré de mi, porque esta muñeca nunca más tendrá un titiritero ni cuerdas que guíen sus movimientos. Nunca más.