Estaba rota, o puede que vacía. Pero la vida me había tirado al suelo demasiadas veces, rompiendo todas mis piezas y vaciando lo poco que ya tenía. No volvería a caer en los mismos errores, que al fin y al cabo me convirtieron en lo que soy; pero ahora ni esos errores ni yo éramos nada así que lo mejor era levantarme y olvidar. Pero ojalá todo fuera tan fácil, ojalá nunca me hubiera enamorado de ese chico que recoge mis lágrimas después de obligarme a tirarlas. Ojalá pudiera leer su mente y entenderle; entender porque disfruta tanto haciéndome daño. Entender por qué a pesar de todo sigo pensando en él y siempre acabo volviendo a sus brazos para que vuelva a romperme. Pero cada segundo que pasa me voy dando cuenta de que no puedo odiarle, por más que quiero no soy capaz y créeme que me gustaría hacerlo. Sé que en cualquier segundo volverá a llamar a esa estúpida puerta y yo tendré que abrirle porque en la calle hace demasiado frío para dejarle solo. Sé que abrirle supondrá otra discusión, pero también sé que le abriré a pesar de todo. Y ahí está aporreando la puerta de nuevo, rogándome que le abra. -Abre la puerta ya, joder- Cada vez la golpea con más fuerza y estoy segura de que ya se ha hecho sangre en los nudillos, pero finalmente lo abro. Sus ojos están rojos, pero no creo que haya estado llorando por mí; él no me quiere, debería aceptarlo de una vez. -Yo...yo...te quiero- Me dice de rodillas rogándome que le perdone. Nunca antes me habia dicho que me quería y consigue cerrar un pequeño agujero de mi corazón. ¿Realmente él me quiere?All Rights Reserved