Desde los profundos ecos de una incesante agonía ella lo vio partir. Y él en medio del mar color carmín, siendo apresado por las ataduras de la muerte, no dejó de sonreir... La vida se escapaba de sus manos... Más sin embargo, los hilos del destino, cruel y habeses amargo, tal vez, uniría de nuevo a los amantes profanos...All Rights Reserved