Un simple tropiezo logra unir sus vidas: Ella, una chica dulce y optimista, una chica tranquila y torpe, a la que le encanta leer durante su tiempo libre. Además, adora el dulce aroma de las flores y los alegres colores que adornan a cada uno de sus pétalos; y las ama de tal forma que trabaja en una floristería con el fin de llenarse de paz y tranquilidad al estar rodeada de tantas clases de flores. Hannah, así se llama esa chica.
En cambio, él es un joven inteligente y bromista, él es tierno pero intranquilo, por lo que le encanta el arte de dibujar para expresar sus sentimientos a las demás personas; y no sólo eso, sino que también odia a las flores, ¿cual es su nombre? Dylan.
Por más diferente que ambos sean, no pueden evitar sentirse atraídos uno al otro; aunque por algo dicen que los polos opuestos se atraen ¿no es así?
-No llores angel, ¿Quien te ha hecho tanto daño? -dice desde la sombras, la luz se ha apagado con el llanto del ángel.
-Aquel demonio -señala limpiando sus lágrimas-. Lo siento, debí tener más cuidado.
-El es quien debería tener más cuidado.
La sonrisa del diablo se ensancha, sabe que no hay nada que pueda impedir que lo haga sufrir, que torture a quien daño el ala de su ángel, quien astillo su dulce corazón.
No hagas llorar al ángel, no querrás obligar al diablo a salir del averno para ver la sonrisa de aquel angel que lo atormenta en sus sueños.
No querrán ver cómo los hace sufrir por separarlo de quién mantenía con luz el averno, que mantenía en cautiverio a la bestia.
El destino nos depara cosas inciertas, el camino puede ser largo y espinazo. Ten cuidado cuando hagas tropezar al ángel que te sigue y lo hagas llorar no querrás ver la venganza que tiene el diablo preparada para ti.