Sus ojos me miraban con cariño pero tristes mientras me hacía el amor. Quería decirle que todo estaba bien, que todo iba a pasar; pero no podía. Fingíamos estar borrachos, fingíamos que esto no nos iba a importar, pero sobre todo, fingíamos no amarnos. Y eso me dolía en el alma. Él tenía una niña recién nacida, una prometida a la que cuidar y una carrera en marcha. No podía dejar todo eso atrás, no podía arruinar su vida por mí. Sonreí intentando darle a ver que todo esto no me atormentaba, que aunque mañana se casaba, le iba a seguir amando hasta el último día de mi vida.