Constelación de Orión.

- Solo eres otra virgen caliente. - Sus ojos demostraban inferioridad, como si yo fuera una basura para él. Como si él beso anterior no hubiera existido, y como si sus intentos de coqueteos fueran solo un juego y existe una gran probabilidad de que así sea. - Solo dime que te gustó. - Su voz era intensa, no había necesidad de observa sus movimientos para entender cuál era su intención. Sentí como soltaba el agarre de mi muñeca y la volvía a tomar bruscamente. - Dímelo. - Negué con mi cabeza armándome de valor para observar sus ojos.

- No lo haré.. - Lo confirme en un susurró, haciendo que la presión en mi muñeca aumenté. - No quiero decirlo. - Mi voz salió igual de firme que la de él y eso me dio un gran alivio. Su mirada se desvío hacia su mano que había soltado mi muñeca, y ahora se encontraba apretando sus puños.

Todo lo que pasaba me estaba volviendo loca, estaba perdiendo el control de mis palabras a causa de los nervios y de su actuar.

- Deberías hacer lo que te pido. - Su voz aún era firme, dio unos cuantos pasos lejos de mí.

- No lo haré. - recobre mi posición, no quería que notará que le temía.

- No digas que no te advertí. - Su mirada me analizó una vez más, mientras se incorporaba a los pasillos, dejándome mirar su espalda.