Entre Desconocidos ©

Siendo sincera, no era el peor San Valentín que pasaba sola. Estar en casa, haciendo maratones de películas de terror porque me miento en pensar que no soy romántica, a pesar de que odio estas películas. Como justo esta parte donde hay música de suspenso y sabes que alguien está a punto de aparecer colgado del techo. De repente tocaron con fuerza a mi puerta.

Me levanto de un salto del sofá aún con el corazón en la boca; - ¡Un segundo! - tomo como arma la cuchara con la que comía pastel de chocolate hace cinco segundos y me dirijo a la entrada, aún en pijamas y con mis pantuflas del monstruo come galletas sonando al caminar. Abro la
puerta.
- ¿Señorita Velarde? - un chico en sus veinte con traje de mensajero, una libreta, un ramo de hermosas rosas y un sobre. ¿Una carta?
- ¿Sí? -
- Firme aquí - me pasa una pluma y la libreta - y aquí. - me entrega los objetos y me mira con una sonrisa. Cierro de un portazo. Dejo las flores en la mesa y me dirijo de nuevo al sofá con la carta y mi cuchara en mano, dice mi dirección en letra casi irreconocible, abro el sobre. Qué diablos...

ACTA DE DIVORCIO
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¡¿PERO SI YO NI SIQUIERA TENGO PERRO!?

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