Catiel tiene una novia, se llama Debrah, a Sucrette no le gusta mucho.
-Catiel, por favor, entiende... Ella siempre que habla con sus amigas, habla sobre la forma que puede hacer para romper de nuevo tu corazón, y de una forma diferente que no entiendo.
-Claro que no, eso ya paso, deja el pasado. No es su culpa que estés loca por mí y que inventes esas idioteces. Ella es un Ángel.
-¡Claro que no!
-¿Nunca escuchaste qué la gente cambia?
-Y eso que tiene que ve... Ya entendí.
-Creí que nunca lo harías.
-Escucha, las chicas nunca hablan de lo dulce que es su novio, la forma en la que la tocas, o la forma en la que no entiendes sus cosa, menos como se siente a tu lado.
-Oh, claro. Porque eres una chica sabes todo. Ajá, entonces... Si no hablan de nada de eso, ¿de qué hablan?
-Cuando las chicas hablan con chicas sobre chicos, todo es distinto. No puedo decirte lo que hablan, porque, con confianza, te conozco y no volverías a hablarme. Pero lo que habla Debrah con sus amigas, no es a lo que me refiero.
-M-mira, una vez me han engañado, no creo que alguien como tú pueda volver a hacerlo. Si me disculpas, celosa compulsiva, me voy con mi hermosa novia, la cual no tiene nada que esconder y menos tratar de lastimarme.
-¡CASTIEL!, ¡CAS!, ¡POR FAVOR, Y LA COMPULSIVA SOY YO! agh.All Rights Reserved