Silencio. Algo tan deseado y al mismo tiempo tan escaso. ¿Escaso? No, podríamos decir que es un término que simplemente no existe. Porque incluso en esos momentos que crees poseerlo no te encuentras sino ante una vana ilusión. Una mentira. El silencio no existe. Esos pensamientos ocupaban mi mente mientras yacía en la cama, mirando al techo con una intensidad tal que parecía esperar encontrar un universo entero. O quizá ya lo había encontrado y tan solo deseaba perderme en él. Llevaba todo el día en busca de este término que hacía solo unos meses me parecía muy real, pero que ya no. ¿Qué es lo que había pasado desde aquel tiempo donde era ingenua y feliz? ¿En qué momento abrí los ojos y abracé aquella fría y triste realidad? Gotas provenientes de algún lugar y el constante "tic tac" del reloj que se hallaba junto a mí me hicieron soltar un exabrupto ente dientes. ¿Por qué ya no podía encontrar paz en aquel lugar que un día me pareció el mejor? Sabía la respuesta, pero no quería verla.