Sus ojos estaban clavados en el interior del libró, acurrucado y con el entrecejo fruncido tratando de descifrar aquellas palabras que se encontraba leyendo... ¡Por Díos! ¿Quién diría que me encontraría observando a aquel chico, al cuál tan solo conozco de unos días y solo de vista? Y peor aún, ¿Quién diría que estuviera a mitad de la biblioteca escribiendote cartas? ¡Pero que mas da!...No eran cartas cualquiera; eran cartas para ti... Cartas para mi Querido Chico. Prohíbido su adaptación o cualquier otra modificación.