-Señora. -una voz llamó a la mujer de rojos labios. La mujer se volvió, y se encontró con los ojos rasgados de Lux Barnes, mirándola agonizante desde el suelo, con la blanca bata manchada de rojo. -No puede seguir... -Claro que puedo seguir, Barnes. -explicó la mujer con una sonrisa fría y malévola. - Todo lo que he logrado hasta ahora... -¡SON PERSONAS! -gritó Barnes en una plegaria, retorciéndose con horror. La mujer se arrodilló justo frente al cuerpo agonizante y moribundo del científico. Lux se retorció de miedo. -No, Barnes. Eso es lo que tú crees. Pero, no son más que armas. -dijo la mujer, articulando cada palabra con sus rojos y carnosos labios. - Siempre te lo dije. A continuación, alzó la pistola que tenia apretada firmemente en su manos. -Tienes suerte, Barnes. -dijo la mujer, situando la pistola a la altura de la cabeza del científico. - No verás la destrucción que voy a provocar en este mundo. Y sin más discursos, apretó el gatillo. Un disparo, una pupila azabache fundiéndose en la oscuridad y, lejos de allí, una chica de cabello blanco se desmayaba ante la impresión de haber contemplado la escena como si la persona que hubiera presionado el gatillo fuera ella. Pero no. No había sido ella. Ella era a quien la mujer de labios rojos quería. Ella era el Sujeto Número 7. La chica de los ojos blancos. Teyminer Hide.