Todos me miraron como si careciera de raciocinio, sinceramente, no los culpo.
No se en que pensaba, quizá es eso... quizá no pensaba.
Quizá solo quería dejarme llevar... por él, por mí.
Sabia a que me arriesgaba desde el principio y aun así seguí adelante.
Aun así lo deje amarme, aun así me enamoré... aun sabiendo lo peligroso que era.
Yo lo amé, lo amé más que a mi misma.
Lo amé y le perdoné el daño que me hacia, así como él perdonó todo el dolor que le causaba.
Lo amé.
No se si él realmente me amó.
No se si lo amé tanto como él decía amarme.
Pero se que lo amé.
Lo amé más que a mi misma.
Y esa fue nuestra perdición.
Amarnos.
"Nunca es tarde para volver a empezar, no es tarde para arrepentirse y regresar", decía siempre mamá.
Pero no, para nosotros ya no había vuelta atrás, para nosotros siempre fue así, hasta el final.
Asher pensaba que tenía una vida perfecta. Era el mejor en su equipo de hockey, tenía las mejores notas en la universidad y un grupo de amigos que parecían serle fiel.
Pero cuando conoce a Skye, la hermana de uno de sus mejores amigos cree que la chica está loca. Tiene una actitud tan dura que es difícil de romper y suele irritarlo todo el tiempo desde que se ha mudado a vivir con su hermano y él.
Y cuando los chicos del equipo le proponen que no conseguiría conquistar a alguien como Skye, lo ve como un reto que está dispuesto a jugar, una apuesta para conquistar el corazón de alguien como Skye es suficiente para que Asher acepte, pues es demasiado competitivo y no está dispuesto a perder su puesto en el equipo de hockey y pasarse el resto del año en la banca como le han apostado.
Sin embargo, a medida que conoce a Skye, Asher se da cuenta que la chica es todo lo contrario a lo que le ha tratado de demostrar, conquistarla no parece tan complicado como pensaba y el corazón de ella no parece ser el único en juego.