Juégatela, a lo mejor acaba siendo un final feliz. Un día pasa, pasa que estás de pie en algún lado y te das cuenta de que no quieres ser ninguno de los que están a tu alrededor. No quieres ser el puto pringado. Ni tampoco tu padre, ni tu hermano, ni nadie de tu jodida familia. Ni la señora jueza que está en una silla ni el vagabundo de la esquina de algún bar. Ni si quiera quieres ser tú. Solo quieres salir corriendo. Salir a toda hostia del sitio en el que estás, y vivir.