Sus pasos se escuchaban acercarse por el largo y angosto pasillo, haciendo que retumbaran por aquella pequeña sala.
Llevaba varios días allí encerrada, la chica ya había perdido la noción del tiempo, ¿cuánto llevaba allí? ¿Días? ¿Semanas? ¿Meses? Ya no lo sabía.
Escucha como mete la llave en la cerradura y da exactamente tres vueltas.
Levanta su cabeza al escuchar el chirrío que hizo la puerta al abrirse, aparta sus pelos negros, los cuales ocultaban unas grandes ojeras, unos ojos que suplicaban piedad y sus pechos completamente desnudos. Si no hubiese sido porque estaba con un collar de cuero el cual la sujetaba a la pared con una corta correa de metal y por el miedo que sentía hacia él, ya se hubiese abalanzado encima del chico y matado con gran facilidad, pero en vez de hacer eso se pega todo lo que puede a la pared, huyendo de él, haciendo que en el rostro del chico aparezca una sonrisa victoriosa:
-¿Ves? Te dije quede éste sería el infierno muñeca, debiste haberme hecho caso.