Mi vida era la misma de siempre hasta que me fui a Francia. Pero aún así no estaba conforme porque miraba toda mi vida con tan solo 20 años y no era gran cosa. Lo mejor que tenía era mi familia, mis amigos y mi profesión la cual amaba. Un día caminando por las calles de París me quede viendo la torre Eiffel que valla que la había soñado. Cuando miro detrás de mí, veo a este chico que sentía que lo conocía hace mucho tiempo, de todo una vida. Ese chico con mirada profunda y cautivadora. Que a cualquier mujer podía enamorar con tan solo una sonrisa, esos hoyuelos que se le formaban al sonreír eran únicos. ¡Rayos! ¿En qué piensas niña? ¡Vamos al trabajo o llegarás tarde!-La voz de mi subconsciente arruinando bellos momentos...
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