Un susurro en tu oído. Un leve suspiro que rompe el silencio nocturno. Sentir que te flaquean las piernas. Que toda ilusión, alegría, sueño, esperanza, se vean drenadas por una continua tristeza. El anhelo de una felicidad que ni siquiera recuerdas. Bienvenidos a la cárcel de los malditos.
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