-Eres un mentiroso, no se como has podido. Estaba enamorada de ti y tú te aprovechaste para humillarme. Confié en ti, acepté lo que eras aunque todo fuera una repugnante mentira. Acepté tu rechazo, intenté rehacer mi vida pero tú aún seguías persiguiéndome -me miró con tristeza. Está vez no caería nunca más. -Te lo puedo explicar -intentó acercarse, retrocedí, no quería que me tocara. -Vete de aquí, vete de mi vida. ¡Te odio! ¡Soy una estúpida por seguir enamorada de ti! -Perdóname, déjame explicartelo princesa -lo miré con repugnancia, como se atrevía a llamarme así. Intenté empujarlo, pero el se quedo quieto. -Ya que no te quieres ir. Dime la verdad, no quiero más mentiras -suspiré intentando contener el llanto-. ¿No eres gay, verdad?