Dicen desde hace muchos años, no sé cuántos con exactitud, nacemos atados a los hilos de la vida. Según todos nacemos atados al hilo rojo, a la capacidad de amar y apreciar las cosas, y que al otro extremo de nuestro hilo, se encuentra nuestro amor verdadero, nuestro final del hilo rojo. Pero yo no nací atada al hilo rojo. No nací amando, ni para amar. Mi hilo es el negro, y solo significa muerte. Soy Teressa, y nací para matar.