Toda mi vida había sido dura, desde que perdí a mis padres en un accidente automovilístico a los nueve años, hasta que, a los 21, me enamoré de la persona equivocada. Maldito sea ese bastardo que jugó con mi corazón. El lograba tenerlo todo a sus pies con un simple chasquido; chicas, dinero, autos, ¡todo! pero no, debía meterse en mi camino e intentar robarme todo a su paso. Su vida había sido tan sencilla en comparación a la mía sólo por haber nacido en una de las familias más adineradas de Tailandia, ¡¿cuál era su afán de liarse conmigo cuando lo tenía todo?! Lo odiaba, lo odiaba con todo mi ser. Ese bastardo me hizo la vida imposible de infantes. Ese bastardo hurtó mi primer beso. Ese bastardo robó a mi primer amor. Ese bastardo jugó con mi corazón. Ese bastardo es más conocido como Ten, mi hermanastro.
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