Tras ser arrasada y agotar todos los recursos naturales, el único modo de sobrevivir a las duras condiciones de vida de la superficie, ha sido desterrar la maltrecha civilización restante bajo tierra. Los habitantes de Ingea, una ciudad modélica que ha conseguido autoabastecerse y funcionar como una perfecta maquinaria, parecen vivir su mejor momento. El Estado ha conseguido crear remesas de humanos artificiales, dóciles y maleables, con la finalidad de hacer crecer la ciudad. Adia, una Hija del Estado, no comprende muchos de los aspectos de su día a día y se cuestiona la vida en Ingea. Sus preguntas sobre la superficie nunca obtienen repuesta, y sus ganas de desobedecer le pueden acarrear serios problemas. Pronto se dará cuenta de que no está sola y que hay más como ella, dispuestos a desentrañar la verdad de lo que esconden los herméticos muros de la idílica ciudad.