Eran rivales, se supone que se deben odiarse a muerte, que los gritos solo debían de figurar en el campo de batalla, y no en la cama. Pero a veces, las cosas no son lo que todos creen, o al menos, no fue lo que Madara Uchiha creyó de su mortal enemigo Senju Hashirama. Hashirama escondía más codicia y perversión detrás de esa dulce sonrisa de lo que cualquiera se lo hubiese esperado.Todos los derechos reservados