Hace unos meses mi vida cambió radicalmente, y no, no fue por un chico, bueno en realidad sí, pero todo es mucho más complicado, ni por un mísero segundo penséis que es el típico cliché, porque no lo es. Mi vida desde entonces se podría decir que es una mierda y todo se lo debo al gilipollas que la arruinó. Al gilipollas que la puso patas arriba y luego tuvo el descaro de irse. Y en el muy fondo de mi ser, aunque cueste admitirlo él aún me importa. Y por eso me odio. - ¿Ves esta botella de agua? ¿Qué pasaría si la llenamos hasta arriba y luego la abrimos? - Qué el agua se va a derramar.-Dije desganada sabiendo que a continuación me diría alguna de sus típicas y estúpidas metáforas. - Exacto.-Hizo una pausa y me miró preocupada.- Tú eres como esta botella de agua; tienes mucho guardado,demasiado, necesitas desahogarte, por mucho que te cueste o al final vas a... - Reventar.-Terminé la frase por ella.
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