- Quiero una vida color de rosa. -Me repitió la misma oración de aquel jueves.Me lo dijo mirándome directamente a los ojos, mientras acariciaba mi mejilla con una mano suya. No estaba completamente segura de lo que le iba decir, pero mis palabras salieron de mi boca por sí solas. - No puedo convertir tu mundo en uno de color de rosa, mientras mi color preferido siga siendo el negro. -Susurré.Le di un pequeño beso en sus labios para así, finalmente alejarme de él, dejándolo sin palabras y con miles de preguntas en su cabeza. Me dirigí hacia la puerta de la habitación, antes de tocar la perilla de la puerta le dije: - Adam, tienes que comprender algo. La vida no gira en base a tí, todo lo que haces tiene su consecuencia. Para finalmente cerrar la puerta y limpiarme una lágrima que estaba corriendo por mi mejilla.