-Quería explicártelo detenidamente, pero por lo que veo, será imposible aguantar mucho tiempo-respondió Dumbledore, para luego comenzar a caminar lentamente alrededor de Alia, como si estuviera examinando su mente; como si estuviera leyéndola de alguna manera. -El muchacho, Malfoy, necesita a alguien que lo guíe-soltó el director sin rechistar mientras continuaba caminando; quizás para disipar sus nervios o simplemente tranquilizarse. -¿Y yo que tengo que ver?-preguntó -Verás, Alia-comenzó a contarle el director -hace algunos años, tus padres y la madre de Draco sabían que el señor Lucius lo induciría por un mal camino. El rostro de desentendida de la muchacha lo obligó a explicarle. -Mortífago. Solo esa palabra bastó para causar un estremecimiento en Alia y un miedo irreversible la inundó. -Desde hace muchos años, como te decía, sus padres llegaron a un acuerdo: la familia Briand se mantendría a salvo, a cambio de... -¡¿A cambio de que, Dumbledore?! Dígalo ya, porque le juro que explotaré en este instante. -A cambio de que tu desviaras a Draco del mal camino que estaba siguiendo-respondió tranquilamente mientras mantenía su caminar sereno. Alia sentía que iba a perder la cabeza. -¿cómo? -¿Conoces cuál es la mejor manera de cambiar a la gente?-preguntó el director. -Enseñándole cosas-respondió ella. -Exacto, Alia. Enséñale cosas nuevas, cosas que él nunca haya probado. Cosas que él nunca haya sentido, así podría inclinarse a tu lado. Así podrías hacerlo cambiar de opinión. Podrías demostrarle que tiene más elecciones que seguir los oscuros pasos de su padre. Solo una palabra se le vino a la mente mientras el director le hablaba; amor. Pero seguía sin entender nada de lo que Dumbledore decía. Nada de esto tenía sentido -Sálvalo-dijo. Y desapareció por la oscuridad de la noche.