-En serio me odias? Preguntó mientras me tenía atrapada entre sus piernas y golpeaba mi cabeza con el almohadón de la cama. -Déjame! Cuando dejes de molestarme te tomaré cariño! Balbuceé mientras intentaba sacármelo de encima de una vez. -Entonces es un sí. Insistió acercándose a mí, sosteniendo mis muñecas para que no intente golpearlo. No respondí ni una sola palabra, sólo me enfoqué en sus hermosos ojos cafés y fue entonces cuando descubrí que, a pesar de sacarme siempre de todas mis casillas,no podía mirar a nadie como lo miraba a él.