Aradia- El evangelio de las brujas es un libro creado por Charles G. Leland (1824-1903), publicado en 1899.
El evangelio de las brujas describe un misterioso culto en la región de Toscana, asociado a distintas prácticas paganas de la antigüedad.
¿Quién es Aradia?
Los cristianos detractores de la brujería, ven a Aradia como una representación de Lilith (para los angeologos y demonologos cristianos Lilith es un demonio femenino o Súcubo)
Sin embargo, Aradia por si misma, como personaje, es la visualización del vivir pagano, es la esencia de la verdadera brujería blanca, es la Señora de Luz, Hija de la Diosa, Reina del Amor a la Vida y a La Naturaleza.
El evangelio de las brujas expone conjuros, rituales y hechizos, también una cosmogonía demencial que mezcla al dios-sol Lucifer con la Diana romana, a Caín con Aradia en el papel de Mesías de las Brujas.
El libro nos muestra a la brujería en sus dos aspectos: la brujería como religión -o contrarreligión- y como actividad utilitaria, práctica, para resolver problemas.
¿Qué pasaría si algún día Dios te sorprende con algo que tú no esperabas para nada?.
La vida de Darian y Skye siempre ha sido bastante simple. Han sido mejores amigas desde siempre debido a que su amistad comenzó dentro de la iglesia en la que se congregan. Solo han sido ellas dos. Dos chicas muy diferentes entre sí, pero eso solo hacia de su amistad una muy especial.
En esa misma iglesia también se congregan tres chicos considerados los "inseparables" debido a que siempre están juntos, quiénes son muy ajenos a ellas debido a que nunca han compartido una sola palabra, a pesar de conocerse por casi seis años y verse prácticamente a diario, aunque sea desde la distancia.
Pero por ciertas circunstancias, se ven obligados a convivir entre ellos por primera vez en mucho tiempo. Comenzando ahí la historia de algo nuevo. Un nuevo capítulo se abre en sus vidas, nuevas situaciones y nuevos sentimientos empiezan a surgir.
Experimentando así que los planes de Dios son perfectos, y que las cosas que él tiene para nosotros no suceden ni tarde ni temprano, sino en el tiempo justo, porque Dios nunca se equivoca.
"Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.
Eclesiastés 3:1".