Saben que están controlando sus correos electrónicos de los empleados (toda la redacción lo sabe, es política de la empresa). Pero ellas dos no se lo toman muy enserio que digamos. A pesar de la vigilancia se envían mensajes interminables, infinitamente divertidos, en los que comentan hasta el último aspecto de su vida privada.
Mientras tanto, Lincoln O'Neill no puede creer que su nuevo trabajo consista en eso: leer el contenido de los e-mails de otras personas. Cuando solicito el puesto de "encargado de seguridad informática", se imagino a si mismo construyendo firewalls y burlando a los hackers , no escribiendo un informe cada ves que un periodista deportivo reenvía un chiste picante a un colega.
Cuando Lincoln se topa con los mensajes de Beth y Jennifer, comprende que debería delatarlas, pero no puede evitar sentirse cautivado por las historias de las dos chicas. Y no tarda mucho en darse cuenta que se está enamorado de Beth, aunque para entonces ya es demasiado tarde, ni podría presentarse, ¿que le va a decir...?